Testimonios de los voluntarios con refugiados en Pamplona

En comunidad

Foto destacada: Excursión del grupo de Aunom por en centro de Pamplona. ANTONIO GARCÍA

  • Santiago Martínez: «lo importante es que ellos me ayudan a ser mejor»
  • Isabel Fernández: «¡Y es increíble cómo agradecen las pocas horas que sacamos, cada uno de los del grupo, para ayudarles de la forma que sea!»
  • Santiago de Navascúes: «Ellos necesitan gente que les integre y les dé consejo en esta sociedad tan distinta a la suya»

ELENA TERÁN.- El programa de voluntariado con refugiados en Pamplona ha ido creciendo desde septiembre. Hay un grupo de whatsapp entre voluntarios y refugiados que ya suma 78 personas. Aunque no todas sean asiduas a los planes, solo tener a alguien que conteste a los mensajes, les haces sentirse integrados. Hemos hablado de la experiencia de Saadat, y de la de Youssef, pero también hemos querido saber cómo se sentían los voluntarios que han compartido sus historias en Pamplona. Cuando contamos la historia de Gabriela Andreevska, la voluntaria macedonia, algunos de los voluntarios nos enviaron sus percepciones, que os ponemos a continuación:

Santiago Martínez, doctor en Historia Contemporánea y coordinador de Aunom: “Nunca pensé que tendría amigos sirios, azeríes, iraquíes, cameruneses… Ahora que han llegado a Pamplona y he escuchado sus historias, conozco el mundo mejor que hace unos meses. Pero no solo sé más. En realidad, lo importante es que ellos me ayudan a ser mejor. Suena cursi, pero es verdad”.

Elena Bustamante, estudiante de 5º de Historia y Periodismo en la Universidad de Navarra: “Para mí ser voluntaria del proyecto de Aunom es algo más que el simple voluntariado. No es quedar con personas desconocidas y enseñarles español, al final supone forjar una amistad, una pequeña comunidad con los refugiados. Sinceramente, he hecho muchos voluntariados a lo largo de mi vida, y esta experiencia ahora no es tanto un voluntariado como una oportunidad de conocer historias y personas increíbles, y simplemente, tomar un café”.

Santiago de Navascúes, doctorando en Historia en la Universidad de Navarra. “La experiencia de conocer y tratar a gente refugiada me ha obligado a poner rostro a una tragedia que, habitualmente, sentimos lejana. Son tantas las tragedias y el abuso de la información, que cuesta hacerse cargo de lo que realmente sucede. Aquí, en Pamplona, hay refugiados. Hay gente que apenas sabía esto. Es un drama que muchas veces no percibimos.

Poder estar con ellos ha sido una suerte. He conocido a gente muy buena en una situación muy difícil y he podido ayudarles mínimamente con un poco de tiempo. Ellos necesitan gente que les integre y les dé consejo en esta sociedad tan distinta a la suya. Muchos de ellos, además, están lejos de sus familias, y los voluntarios se convierten en una especie de familia para ellos. También los voluntarios reciben mucho, porque tenemos la oportunidad de conocer culturas distintas y gente con una visión del mundo muy diferente. La experiencia es positiva desde todos los puntos de vista”.

Teresa Reina, estudiante de 4º de Periodismo e Historia de la Universidad de Navarra. “Cuando empecé de voluntaria en Aunom era una sola la idea que tenía en mi cabeza: esta es mi oportunidad de cambiar las cosas, de ayudar de verdad a las personas que están viviendo el drama de la guerra. Pues bien, después de haber conocido a los refugiados me doy cuenta de que esa labor de voluntariado está siendo real, sí, pero más real aún es el hecho de que ellos me están enseñando un modo diferente de ver el mundo y de valorar aspectos de la vida cotidiana que en occidente están pasando a un segundo plano como son la familia, la religiosidad… Es algo que nunca olvidaré”.

Joana Escamilla, médico residente en la Clínica de la Universidad de Navarra. “El conocer a las personas que han venido refugiadas a España ha hecho que deje de pensar en refugiados y piense en un nombre y la historia que tienen detrás. Ha humanizado un conflicto  intensamente mediatizado, pero poco comprendido. El conocer la historia personal de cada uno hace que entienda un poco más la realidad que se vive”.

José Manuel Cuevas, estudiante de 4º de Periodismo e Historia de la Universidad de Navarra. “Compartir con los refugiados ha sido algo muy especial para mí porque, como no soy español, no los veo como extranjeros que llegan a mi país, sino como personas comunes y corrientes que también llegaron aquí, aunque por causas muy diferentes. Esa empatía me abrió las puertas con ellos para ayudarles en su adaptación a Pamplona y para hacer un intercambio cultural sumamente enriquecedor”.

Isabel Fernández Acín, estudiante de 5º de Derecho y Ade de la Universidad de Navarra. «Llevo dos semanas, junto con otros 4 voluntarios, intentando ayudar a Hadel y Jalal, y sus 3 hijos, a encontrar un piso en Pamplona. Jamás imaginé que fuese tan difícil encontrar una vivienda de 3 habitaciones por un importe de 720 € al mes. Éste importe está asegurado por nuestro gobierno, ASEGURADO; va directo de las arcas del Estado a la cuenta del propietario del piso… Pero es muy duro ver que la gente no se fía del gobierno, no creen en esta garantía… ¿O no creen en Hadel y Jalal por ser refugiados?

Llevamos acumulados más de 24 noes, y sabemos que llegarán muchos más, pero seguimos luchando. Hadel y Jalal siguen luchando, siguen manteniendo la esperanza… Pero es difícil ver como las innumerables puertas a las que llamas se cierran.

No sé si son prejuicios, falta de credibilidad, desconfianza, escasez en la oferta de pisos para alquilar… No sé si son ellos y yo que nos expresamos mal, o el de la inmobiliaria que no consigue transmitir efectivamente el mensaje al propietario… No sé ni quién ni qué puede ser el causante de nuestra temporal derrota en esta búsqueda…

Lo único que sé es que una madre y un padre, que han venido a España con sus 3 hijos, llevan más de 3 meses buscando piso en Pamplona. Se sienten rechazados, cansados, abatidos…. Ellos no eligieron esto, tenían una vida plena antes… Se esfuerzan y luchan cada día…

¡Y es increíble cómo agradecen las pocas horas que sacamos, cada uno de los del grupo, para ayudarles de la forma que sea!  Es increíble la fortaleza que tienen, aunque atisbes la desesperanza en sus ojos cuando reciben el 6º no de la tarde, siguen andando a la siguiente puerta con una sonrisa».

 

Belleza en un campo de refugiados

En primera persona

Foto destacada: Logo Beauty for refugees. NORA YÁRNOZ.

  • Beauty for refugees es un proyecto solidario que quiere llevar dignidad a las mujeres en los campos de refugiados
  • Han recibido 5.000 euros de Bifrutas para poder desarrollar esta idea

ELENA TERÁN.- María Teresa Álvarez y Nora Yárnoz son dos estudiantes de la Universidad de Navarra. María Teresa ya ha finalizado Derecho y Ade, y Nora continúa  estudiando Medicina. El pasado junio emprendieron un viaje que cambió su forma de ver el mundo: fueron al campo de refugiados de Lagadikia, en Grecia. Estuvieron 3 semanas ayudando en todo lo necesario: repartir ropa, jugar con los niños, dar alguna clase…

Nora cuenta que lo que más le impactó fue el nivel de vida que todas esas personas tenían antes de estar ahí. La mayoría de refugiados de ese campo procedían de Alepo, Siria, y habían tenido un nivel socioeconómico muy alto, por lo que al repartir la ropa donada había ciertos problemas. Además de, claro está, conflictos entre las mujeres por el largo de las prendas que permite la religión musulmana. En este momento fue la primera vez que se plantearon hasta qué punto estaban entendiendo lo que ellos necesitaban.

Muchas veces les pedían cosas que no eran imprescindibles para sobrevivir, pero necesarias, como cremas de sol para no quemarse, compresas… «Si se piensa friamente, son cosas que no son indispensables, pero si llevas meses viviendo en esas condiciones, acabas deseando un poco más de dignidad», comenta Nora. Una de las experiencias que más recuerda, es cuando una refugiada las invitó a su tienda de campaña para maquillarlas, y se dio cuenta de lo poco que significaba una barra de labios, pero todo lo que podía hacer para su autoestima.

Que las mujeres se sientan guapas es algo trivial, que ninguna ONG tiene en sus listas de prioridades. Es posible sobrevivir sin pintalabios y sin champú, pero vivir dignamente, en algunos casos, incluye ciertas licencias. Llegados a un punto de estancamiento como el que se está viviendo en Grecia, esos campos ya no son de paso, y esas personas se sienten fantasmas sin hogar, y sin dignidad. Mucha gente ha infravalorado la idea de Nora y María Teresa, como algo no necesario, pero ellas defienden que la calidad de vida es algo muy importante.

En Grecia comenzaron a pensar en la idea de llevar lo que las ONGs normales no llevan, y al llegar a España materializaron el proyecto y comenzaron a moverse para darle forma a Beauty for refugees. Su lema es: «belleza generosa para devolver la autoestima y dignidad a personas vulnerables». Han comenzado campañas de recogida de productos de belleza por colegios y universidades y, sobre todo, campañas de concienciación para darle a este asunto la importancia que merece.

Hace tres semanas, Bifrutas Pascual les concedió una beca de 5.000 euros, lo que les ha dado un gran empujón para sacar adelante la idea. Su primer objetivo es poder hacer un envío en Navidad, para lo que organizarán campañas en supermercados, donde la gente pueda dejar los productos.

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